Historias VOLVER
Ahora que hay una movida para que la ciudad vuelva a contar con un balneario público, no viene mal recordar la historia de quien alguna vez lo hizo, el coronel Victorio Mazzarol. Pero antes digamos esto:
En 1966 -con el golpe de Onganía- Mazzarol asumió la intendencia de la ciudad. Se lo empezó a conocer como un intendente "que hacía cosas". El Piletón y la Terminal de Ómnibus fueron sus perlas más logradas, aunque la Terminal ya estaba casi finiquitada durante el gobierno de Pepe Lunghi.
Al tiempito de asumir, Mazarrol no sólo se ganó la animadversión de los muchachos de izquierda del Grupo Cine (estaba Soriano, estaba Eduardo Saglul, entre otros), sino que también fue odiado por toda la comunidad gitana que andaba por la ciudad.
¿Qué hizo el coronel para que los gitanos le declararan la guerra?
Produjo un decreto del que no se tenía memoria y que la historia no volvió a repetir: obligó a los gitanos a levantar las carpas que se encontraban en la planta urbana argumentando tal normativa en "una medida necesaria tendiente a velar por la seguridad y tranquilidad de la población y promover el progreso cultural del país". De paso en el artículo 3 Mazzarol les prohibió a los gitanos uno de los rituales más profundos de su nómade tradición: "Art 3º: Prohíbese a los integrantes de la comunidad gitana recorrer las calles y paseos públicos practicando la actividad de 'adivinar la suerte', ya sea a título gratuito u oneroso". Fue en 1967.
Poco tiempo después avanzó con su auto hacia el descampado que se avecinaba más allá del Murallón del Lago, que se había inaugurado en 1962. Sobre uno de los lados del Dique del Fuerte, se juntaba el agua de la lluvia y se formaba una playa, que la gente aprovechaba para mojarse los pies. Mazzarol se bajó del coche y levantó el índice, señalándole a su secretario privado el lugar donde había pensado levantar su obra magna. "Será acá", dijo. Y al otro día informó que Tandil tendría en el Dique un piletón municipal lo suficientemente grande para que se bañaran todos los tandilenses. Un piletón socialista fundado por un militar anticomunista, notable paradoja de una obra por entonces monumental que volvió locos a sus funcionarios.
Así fue construido el piletón, sobre una superficie de una hectárea con piso de adoquines. Cinco días con sus respectivas noches demandó su llenado. El 10 de febrero de 1968 fue inaugurado y pronto se convirtió en la atracción para todos los tandilenses. Tenía una capacidad para cinco mil personas y era gratuito. Años más tarde, la administración del intendente Jorge Lester decidió transformar la gran pileta en varias más chicas, de manera de facilitar la renovación del agua. En poco tiempo, aquel piletón fue bautizado popularmente como "los piletones", eso que hoy se llama el Balneario del Sol.
APORTA TU PENSAMIENTO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.