Historias VOLVER
Comienzo del fin de semana largo. Había pensado en tomarlo enterito para mí y no escribir acá, pero -siempre hay un pero- pasó algo.
Sucedió el atardecer del viernes en las mesas de afuera del Bar Antonino. Ahí había llegado con la idea de terminar las memorias de Martín Caparrós. Entraba en la recta final de un libro de 645 páginas. El atardecer estaba pintado para leer afuera y eso empecé a hacer cuando la mesa que tenía adelante, hasta entonces vacía, fue ocupada por una mujer.
Joven, apenas pisando los cuarenta, calza, zapatillas, celular con auriculares. Pidió una cerveza. Estaba sola y se entretenía con el celu, contestando mensajes, algunos audios. Ya para entonces, afuera, no quedaba ninguna mesa libre.
A los cinco minutos llegó una pareja, también joven, con un perro. El tipo le preguntó a la moza si no quedaba ninguna mesa libre y la moza obviamente le dijo que no. El tipo preguntó si sabía de algún cliente que se fuera a ir rápido y la moza le dijo que no sabía.
Entonces, la joven de la mesa de adelante le dijo a la pareja que si querían compartir la mesa donde estaba ella no había problemas, que se sentaran nomás. "Yo estoy con mis auriculares acá, en mi mundo, si quieren siéntense y disfruten de la tarde". La pareja vaciló un instante, y de inmediato ocuparon las dos sillas libres de la mesa. La joven estaba realmente en su mundo, siguió con su telefonito enviando y contestando mensajes, mientras el hombre y la mujer pedían también una cerveza pero con una picada.
En ese momento pensé: esto antes no pasaba. Esto antes era imposible que ocurriera si no fuera porque tenía la certeza de que los tres personajes eran turistas recién llegados.
La moza bajó la picada y en ese momento el joven preguntó si sabía si en Tandil habría alguna construcción de Salamone. La moza dijo que no sabía, pero la joven pescó algo a través de los auriculares y señaló que en Azul estaba el pórtico del cementerio, ciudad de la que era oriunda aunque ya hacía muchos años que vivía en Capital Federal. El genial arquitecto e ingeniero Francisco Salamone desde la tumba irrumpía sobre la mesa con su legado bellamente fantasmal: entre las décadas del 30 y el 40 construyó más de sesenta edificios a lo largo de la provincia de Buenos Aires. Eran enormes estructuras que imbricaban el art decó, el futurismo y el salamonismo. Grandísimas obras eternizadas en mataderos, cementerios y municipios. El joven dijo que justamente venían de Azul, que habían empezado un viaje tras los pasos de Salamone. "También fuimos a Saldungaray", agregó. La joven acordó que el pórtico del cementerio de Azul era una joya, pero incomprendida por los conservadores azuleños. Entonces el joven me miró y le hice que no con la mano. No hay ningún Salamone en Tandil. Cuando estaba cerca, en Azul, cayó el gobernador de la provincia que lo bancaba (un tal Fresco, creo) y ahí se terminaron esos gigantismos truculentos en medio de la pampa desolada.
El joven se acercó a mi mesa. Dijo que eran turistas, porteños. Le dije que había un texto impecable sobre Salamone en La tierra elegida, un libro de Juan Forn. Anotó el título del libro y el autor. La joven se terminó de sacar los auriculares para unirse a la conversación: ahora Tandil estaba en el centro de la escena. Les recomendé la Senda de las Ánimas. Un paseo entre los dos mil millones de años geológicos de nuestras sierras. Hay dos leyendas, pero pueden probar con una, la del Camino Encantado, dije. Increíblemente habían escuchado hablar de ese lugar donde los autos andan solos.
Charlamos un rato más. Coincidieron en que Tandil estaba muy linda. Les di tres o cuatro tips que no pueden perderse de la ciudad. Me fui pensando que nada de esto habría pasado si la joven de auriculares no hubiera ofrecido su lugar en la mesa a la pareja de turistas, tan desconocidos y tan turistas como ella. Una vez más pensé que se había revertido para siempre el dictum que una vez arrojó Ernesto Palacios: ya somos una ciudad de turismo y no -como bien había puntualizado Ernesto hace diez años- una ciudad con turistas.
Ahora sí, buen finde largo para todos.
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