Historias VOLVER

De donde no se vuelve

Entonces pone la pava al fuego mientras su amigo se quita la campera, se acomoda en la silla, observa la cocina de la casa con la expresión de todo recién llegado, como si percibiera esa ligera perturbación que ocurre entre las paredes y los muebles cuando algo desacomoda la fijeza del paisaje doméstico. Ahora el dueño de casa vigila la pava y el recién llegado, su amigo, estira las piernas, suspira y dice como al pasar:

-No sé si te conté de la novedad...

La pava, inquieta, silba su vaporosa melodía. El primer mate, el agua caliente, algo agria, le quema levemente la garganta, y cuando traga, un poco por el ardor y otro poco por la sorpresa -la novedad que no le ha contado su amigo- las cejas se le van para arriba, los ojos se agrandan, toman una forma ovoide, mueca que en su conjunto dura tres segundos.

-Nada, che, no me contaste nada. Dejame adivinar -dice y acerca el mate y el termo a la mesa, se sienta en la cabecera, y con un gesto reconcentrado, mientras se dispone a cebarle el primer amargo a su amigo, intenta bucear en el fondo de su mente a la pesca de algo que se parezca a un presagio, una corazonada, algo que por el momento, si existiera, se le hace incomunicable.

-Dale, adiviná -lo empúa su amigo que no parece triste pero tampoco contento. Sólo algo raro nomás.

-No me sale nada. ¿Qué pasó?

-Se acabó el romance. Cortamos con Paulita.

-Epa...

Su amigo se prende a la bombilla, chupa fuerte y no la suelta hasta que el mate, desde el fondo de su lecho oscuro, ruge como pidiendo clemencia.

-Fueron seis años. El último tiempo empezó el desgaste. Ya sabés cómo es esto: el amor es eterno hasta que un día termina. La cosa se fue muriendo de a poco. Veníamos como en piloto automático hasta que no dio para más y nos sentamos a charlar. Y bueno, ahí se terminó...

-Qué macana, che. Con lo que cuesta tener un romance en estos tiempos...

-Sí, pero ya está, lo disfruté muchísimo. Cerca del final, una lástima, pasó algo que me hizo mucho ruido, que no me gustó nada...

-¿Qué cosa?

-Me criticó al Diego... ¿Podés creer?

-Eso sí que es bravo...

-Me la comí, no dije nada, pero fue un tremendo disgusto.

Ahora el mate lo tiene el dueño de casa, como una ofrenda. En el devenir del diálogo ha perdido la cuenta de a quién le toca el próximo.

-¿Y vos, che? -pregunta su amigo-. ¿Seguís solari?

-Sí, aunque hubo un intento...

-¡Ajá! Eso me gusta, hay que probar, che. ¿Y qué pasó?

-Peor que a vos. Peor que lo de Diego...

-Puta madre. ¿Qué?

-Votó a Milei.

-Me jodés.

-No, en serio. Votó a Milei. Fue un límite, intenté, hice un leve esfuerzo, pero sentí que no iba a poder remarla. Así que decliné, salí rajando.

-Y sí, es indigerible. De eso no se vuelve.

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