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El volcán de las emociones

Anoche alguien tomó esta gran fotografía. El periodista Guillermo Tenaglia la subió a su cuenta de Twitter, lamentando no poder darle el crédito al autor de la imagen por no saber de quién se trataba. Otro tuitero, un tal Webo, la tituló "El volcán del Parque", un acierto narrativo sobre el truculento incendio que ocurría unos cuantos kilómetros más allá del Parque Independencia, en cercanías del Barrio Universitario. La foto estaba tomada desde, más o menos, la zona de Villa del Lago o sus adyacencias.

Mientras ardía un suburbio de la ciudad, al otro lado de Juan B. Justo, entraron dos mensajes a mi celular. Un lector preguntó si el incendio era en Villa Laza. El otro quería saber -eso le habían dicho- si se estaba quemando la réplica de la Piedra Movediza. Como me pareció un chiste le contesté por la misma vía: le dije que la réplica era incombustible. Recibí un inmediato "Ok", o sea que parece que el lector se quedó tranquilo.

En ese momento ya había caído el crepúsculo y toda la ciudad estaba en otra cosa: en la espera insoportable del partido entre nuestra selección y la colombiana en Miami. No hace falta, ahora, decir más nada al respecto. Si esta gente que habita yanquilandia quiere organizar dentro de dos años el Mundial de fútbol van a tener que aprender cómo se hace. Evidentemente, los norteamericanos nunca van a entender nada del fútbol mientras lo sigan llamando "Soccer". (¿Puede haber un nombre más horrible?).

Después se les ocurrió alargar el entretiempo con un show de Shakira haciendo play back, aunque no debe haber sido esa la razón por la cual no se le entendía un pepino lo que cantaba. La prosodia, que le dicen, no es el fuerte de Shakira. Y a Abel Pintos le dejaron el final del himno. Recién a las 22,20 empezó el partido.

Lo demás ya lo imaginábamos. Iba a ser una batalla, una final dramática. Las lágrimas de Messi, el gol de Lautaro Martínez cuando el partido iba hacia los penales, el llanto de Di María en el adiós a la selección. Un partido terrible, un volcán emocional como nos tiene acostumbrados esta selección, que debe ser la mejor de todos los tiempos.

A la 1.08 de la madrugada el juez dio por terminado el partido. Diez minutos después empezaron a sonar las bocinas de los autos, seguramente marchando a los festejos en el centro. Al cierre de este despacho nadie habló más del incendio. Parece que todo lo que se quemó fueron unas cuantas hectáreas de pastizales. En la foto que ilustra esta nota se observa, nítida, la bandera argentina. El fútbol no es la patria, pero se le parece cuando hace justicia. El mafioso que maneja la Conmebol y que lo mandó callar a Scaloni después que el entrenador fustigara el paupérrimo estado de las canchas, debió darle la Copa; Bielsa, que fue coherente como siempre y se enfrentó al poder en una conferencia incendiaria y para la historia, también debe estar algo feliz esta noche. El volcán futbolero nos tuvo algo así como tres horas en vilo. Y la historia nos volvió a sonreír.

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