Artículos VOLVER

Acerca del momento justo

El amigo Ricardo Berlari abrió anoche una sucursal de Black, su negocio de bebidas de la Avenida Brasil. Cuando me invitó a la inauguración no pude evitar la sorpresa. "¿En este momento?", le pregunté. Certeramente, me dijo: "Siempre es un mal momento".

Y tiene razón. Si uno revisa la historia reciente no hay -como dijera futboleramente el relator Mariano Closs- un buen momento para encarar un negocio. Y daría la impresión de que hoy, en plena recesión, menos que nunca. Pero sé de al menos tres conocidos que están en eso. Romina Gorosito y su marido acaban de abrir una pastelería en Yrigoyen y Mitre; dos comerciantes vinculados a la gastronomía abrirán en breve un bar de vinos; y desde anoche está Black II, en Belgrano y Buzón. (También vi ayer tres locales al hilo de comercios recién cerrados, sobre calle Pinto y sobre calle Alem).

Tal vez tengamos que entender la naturaleza del momento. Siempre llega, nos guste o no, esa instancia, la que define, la que decide, la que rompe una línea de tiempo. Puede pasar con la idea de empezar a escribir una novela, o tomar un crédito o terminar un romance. Ese momento no siempre va de la mano de la lógica de la economía, del devenir de las relaciones humanas, del viento a favor o en contra que sople justo en ese preciso instante. Muchas veces otras cuestiones intervienen. Por ejemplo, la intuición.

El instinto, la sintonía fina del olfato, la sagacidad en el modo de un sentido que va más allá de los sentidos básicos, juega también a la hora de la toma de decisiones. De igual forma cierto pragmatismo para ver la vida. Lo que va mal termina mal, suele ser el razonamiento que procura limitar los daños. Entonces un negocio baja su persiana dejando tras de sí la resaca de lo que no pudo ser. Trabajo, esfuerzo, ahorros, todo se va por la alcantarilla del fracaso. Debe doler tanto como escribir una novela mala, donde lo que se pierde no es dinero, pero si tiempo, mucho tiempo, elemento inmaterial y no renovable.

Por otro lado los que vivimos adentro de este de valle sabemos muy bien que la insularidad serrana -aunque la crisis golpea y fuerte- es como una plusvalía intangible pero irrefutable. Te puede ir mal, claramente, como le pasa a cualquiera y en cualquier lugar, pero la marca Tandil es un activo, hecho demostrado en lo empírico y en lo teórico y por varias razones. El ejemplo más acabado es la rapidez supersónica con que la economía de la ciudad salió de la pandemia de coronavirus.

Derivando de lo micro a la macro, a veces pienso en las grandes gestas de la ciudad (la fundación de la agricultura, por parte de Fugl, la Universidad, la Usina, etc.) y el contexto en las que fueron creadas. Quienes las pergeñaron no tenían precisamente el viento a favor. Lo que sí supieron captar antes que nadie -de allí su naturaleza de pioneros- fue el momento exacto, el clima de época, eso que estaba agazapado detrás de las urgencias de lo cotidiano, de las crisis crónicas y de los límites de la realidad. El momento justo, ese que les dictó al oído la pasión con que se hacen las cosas, y, sobre todo, las grandes cosas.

APORTA TU PENSAMIENTO

Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Últimas noticias

Artículos

Zapatos

28/04/2021

leer mas

Historias

"Bon o Bon", a pedido

08/05/2021

leer mas