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Réplica y feriado

Dice que los feriados largos lo confunden, que termina viviendo en el día equivocado y que le cuesta un Perú (¿de dónde vendrá esa expresión?) volver a conectarse con su rutina.

Dice que corregirá el término conectado, dado que él no es una máquina ni un electrodoméstico. Dice que, sencillamente, los feriados lo sacan del piloto automático de la costumbre, y cuando uno le dice que eso está muy bien, que la vida no puede ser un fotograma idéntico cada día, una repetición calcada de lo que hicimos ayer o antes de ayer, él, honestamente, dice, y enfatiza esa cuestión de la honestidad, prefiere la abulia de la rutina al vértigo de la incertidumbre.

Dice que trató de no salir mucho, pero que fue inevitable tener que realizar las compras y esos trámites insalvables, y que durante una de sus pocas recorridas se topó con una pareja de turistas, cordobeses él y ella.

Dice que le preguntaron cómo llegar a la Movediza, pregunta que podrían haberle hecho hace, pongamos, treinta años. Dice que de muy buen modo le dijo a la pareja que cualquier Gps los llevaría más fácil que la orientación que él podía darles así, en la calle, en el centro, que era donde estaba cuando fue interpelado.

Dice que la pareja cordobesa no pudo ubicar el paseo vía celular y que creían más en la orientación que podían aportarles los lugareños. O sea, dice, yo.

Dice que se le hizo cuesta arriba, acaso por falta de costumbre, facilitarles el recorrido. Que empezó diciendo que siguieran por 9 de Julio hasta el fondo, hasta una avenida llamada Del Valle, y ahí empezó a complicarse. Dice que se le mezcló todo, la estación del tren, el acceso a Villa Italia, y la primera calle -cuyo nombre no recordaba- que los iba a llevar hasta la avenida Lunghi. Dice que la pareja le dijo que cómo era posible que el intendente se hubiera puesto el nombre de una calle; dice que dijo que no era el intendente actual sino su padre. Dice que la pareja la preguntó qué había hecho el padre del intendente para merecer el nombre de una calle. Dice que dijo: fue también intendente. Dice que le leyó el pensamiento a la pareja cordobesa. Que los dos al unísono pensaron: "Éste nos está cachando".

Dice, entonces, que se disculpó por no poder orientarlos más correctamente, que los feriados lo confunden, que creía que el sábado ya era el domingo, en fin, eso, que los feriados largos son como si el pulso del mundo -o de su pequeño mundo- se detuviera. Un alto total, transitorio pero total, como los domingos de elecciones. Días raros, dice.

Dice que finalmente el cordobés, no sabe si en serio o en joda, le preguntó si la réplica de la Movediza se movía. Dice que, ante la duda, por si lo estaban cargando, les dijo que sí, que se movía. Sesenta oscilaciones por hora, como la piedra original, ilustró. Dice que le preguntaron cuántos escalones tenían que subir hasta llegar a la cima, porque ella, la mujer cordobesa, sufría de vértigo.

265 escalones, dice que dijo él, firmemente, sin duda alguna.

Dice que la pareja dijo: qué precisión, señor. Sabe cuántos escalones hay que trepar para llegar a la réplica que se mueve, y no sabe cómo indicarnos para llegar hasta allí.

Tras lo cual él dice que dijo que lo disculpen, que los feriados lo confunden. Y que dicho esto se encerró en su casa hasta hace un rato nomás que salió a la calle para sacar las bolsas de la basura.

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