Artículos VOLVER
Me parece que el tipo que está en la fila de abajo, en el
medio, de lentes, es Gustavo Iturrioz. Me parece que la foto de esa coreografía
o algo así tiene que ver con el año 1982, y más precisamente con un evento que
se hizo en Tandil para juntar fondos en el ambiente de la cultura por las
Guerra de las Malvinas. No estoy seguro, pero me parece. Se llamaba
"Soldado con humor..." y el resto del título naufraga en la memoria.
Sí estoy seguro que el festival se realizó en el Teatro
Cervantes. Que al mismo tiempo, como se sabe, Argentina peleaba en el sur
contra los ingleses y disputaba el Mundial de Fútbol en España.
Que, por lo mismo, en Bar Ideal se juntaban las muchedumbres
para ver los partidos de la selección por la televisión, ritual y cábala para
muchos que había empezado en el 78, con la fulgurante aparición en el boliche
de dos caricaturas locales del Loco Gatti y el Matador Kempes, a cargo de un
tal Guerrero, la primera, y del Loco Rizzi la segunda. Lo de Rizzi bien podría
considerarse una perfomance, término y evento artístico desconocido para el
Tandil de la época. Cada comunicado de la Junta Militar respecto a los sucesos
de Malvinas, que interrumpían los partidos, era recibido con fuertes
improperios por parte de los parroquianos.
Pero volvamos al principio, a la foto donde presumiblemente
es Gustavo Iturrioz quien participa de
un número artístico. Seguramente el resto del elenco es gente muy conocida a la
que no tengo presente. Tal vez detrás de Gustavo esté el actor Walter Ferreyra
Ramos. Por esos días, Ramos, con Jorge Grovpman y Miguel Roaux habían estrenado
un espectáculo en el Auditorium, un teatrito hermoso que años después destruyó
el director de cultura, marchand y enfemero Rubén Betbeder (quien después, para
ser justos con la historia, reabrió el teatro de la Confraternidad). El
espectáculo se llamaba "Los monstruos del humor". En el programa de
mano aparecieron los tres actores metidos adentro de sendos ataúdes que les
prestó Beto Manna.
¿Qué queda de todo aquello, se pregunta uno, cuando en pleno catalogación del archivo de imágenes, se tropieza con una foto que no es solo una foto, sino un significante de época? En el 82 todos éramos jóvenes, la democracia se la íbamos a deber a nuestros muertos en Malvinas y había un bar, El Cisne, que era el unánime territorio de la cultura, el arte. En sus mesas los aspirantes a artistas soñaban, casi todos, con rajarse el pueblo, irse a Buenos Aires una madrugada a bordo del tren El Tandilero.
¿Qué queda de todo eso? No queda casi nada. De Gustavo Iturrioz ya sabemos que murió joven, después de hacer lo que más le gustaba, correr, además de leer poesía, crear maratones, trabajar en radio y también actuar. Miguel Roaux se murió de covid, el Cervantes busca su destino desde el fondo de sus ruinas y el Bar El Cisne, dividido en dos locales, hace rato que se disolvió en el aire del microcentro con un curioso legado: ningún comercio de los que ocuparon ese lugar sobre calle Rodríguez, frente al teatro, funcionó demasiado tiempo. Las voces del pasado que todavía ríen y sueñan en el Cisne, entre el café, el vino, los descomunales patys que traía en su bandeja el mozo Palito Parolari, parecen querer abducir el tiempo presente hacia los fondos del pasado, hacia la bella época de un tiempo imborrable. Al dulce abismo, para decirlo en palabras de Silvio Rodríguez, de los insurgentes años de la juventud.
APORTA TU PENSAMIENTO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.